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El Suicidio y los Funcionarios de Seguridad

​No es fácil ser una autoridad de seguridad. Sólo el hecho de ir a trabajar puede significar poner la vida en juego; la posibilidad de enfrentarse a un individuo armado está siempre presente. Cuando un funcionario comete un error, o está involucrado en un incidente, los medios suelen ser rápidos en transmitirlo, pero la valentía puesta todos los días y las contribuciones para reducir el crimen y asegurar el bienestar de la comunidad suelen pasar inadvertidos.

En algunos casos, las difíciles condiciones de trabajo pueden provocar o exacerbar problemas personales y de salud, como por ejemplo dificultades financieras, el divorcio, la dependencia al alcohol y la automedicación. En los casos más trágicos, una espiral descendente puede conducir al suicidio – un serio reto en la profesión, según algunos expertos.

Un estudio reciente indicó que profesionales en servicios de protección, miembros de la policía y emergencistas como bomberos y oficiales de seguridad, tenían la tasa de suicidio más alta que la de otras profesiones.  Este trabajo realizado por el Instituto Nacional para la Seguridad y la Salud Ocupacional (NIOSH por su sigla en inglés) observó 1,719 suicidios ocurridos en el lugar de trabajo en Estados Unidos entre los años 2003 y 2010 y combinó datos del Centro para Control y Prevención de Enfermedades y del Departamento de Estadística Laboral.

La conclusión fue que las tasa de suicidio más alta era la de trabajadores dedicados al servicio de protección: 5.3 por millón de habitantes; seguida por dedicados a agricultura, pesca y silvicultura con 5.1. Categorizadas por edad, trabajadores entre 65–74 años tienen la más alta: 2.4. En el estudio NIOSH no se detalla la estadística para funcionarios de seguridad, sin embargo si figuran los de agentes de policía y personal de emergencias.  

Un estudio anterior de tasas de suicidio relacionadas con armas de fuego en Italia, publicado en el Giornale Italiano di Medicina del Lavoro, se enfocó exclusivamente en guardias de seguridad, y encontró que su tasa de suicidio era sustancialmente más alta que la de la población en general. En el periodo de estudio de 10 años, de 1996 a 2006, la tasa promedio de suicidios relacionados con armas de fuego para guardias de seguridad fue de 11.7 por cada 100,000 personas-año, significativamente más alta que la tasa de suicidio relacionada con armas de fuego de 0.7 y de la no relacionada con armas de fuego de 5.5. "Lo resultados muestran que este fenómeno requiere atención y prevención", escribieron los autores del estudio.

El problema del suicidio de funcionarios de seguridad tiene varios factores subyacentes, de acuerdo con Rick McCann, un veterano de 40 años en seguridad y como agente del orden, quien es CEO y fundador de Private Officer International (PVI por su sigla en inglés), un grupo de defensa de la seguridad que lleva una base de datos estadísticos de las muertes de funcionarios de seguridad.

Un factor clave, dice McCann, es la evolución de la industria. Cuando comenzó McCann su carrera en seguridad, un mayor porcentaje de funcionarios estaban en garitas de seguridad a cargo de lugares cerrados. Ahora, más funcionarios están activamente patrullando las calles y tienen más probabilidad de tener que atender situaciones como las que confrontan oficiales de policía que responden a casos fraglantes o que surgen cuando llegan a la escena.  "Ellos son mucho más visibles," dice.

Además, más personal de seguridad está armado, y aumentando en más de dos docenas de estados en Estados Unidos, los oficiales de seguridad tienen autoridad como agentes de policía, lo cual aumenta las probabilidades de participación en incidentes con elevado estrés e incluso traumatizantes.

Otro factor es que muchos funcionarios trabajan en condiciones que plantean retos a la salud mental en diferentes formas. Algunos trabajan en turnos nocturnos, por ejemplo, que pueden alterar los patrones de sueño hasta el punto que la depresión biológica se convierte en un problema. Cuando los trabajadores nocturnos duermen durante el día y no están expuestos a la luz del sol que regula la melatonina, puede aparecer fatiga y depresión.

Y ya sea de día o de noche, si la instalación es cerrada, un turno puede sentirse que aísla. Un régimen regular de esto puede ser nocivo para la salud. "Mucha gente no puede soportar esa soledad, pero aún así, necesitan un cheque de pago," dice McCann.

Tales dificultades ambientales pueden ser empeoradas por un sentido de que no hay nadie con quien desahogarse. Muchos funcionarios de seguridad son antiguos miembros del ejército, y pueden haber tenido la experiencia de ser reconocidos por su servicio.  "Están acostumbrados a ser apreciados, por lo menos algo," dice McCann. Alguien en un bar puede comprarle un trago a un veterano como un gesto de agradecimiento, pero eso ocurre rara vez con un funcionario de seguridad.

Luego está el aspecto financiero. Este puede ser un factor importante que contribuye al suicidio en general; la tasa nacional de suicidios por lo general se correlaciona con el estado de la economía. Durante la Gran Depresión, la tasa de suicidios de Estados Unidos se disparó hacia arriba; cuando el crecimiento económico disminuyó a finales de los años 1960 y 1970, la tasa de suicidios aumentó nuevamente.  Durante el periodo de crecimiento económico de los años 1990, la tasa cayó consistentemente, alcanzando un mínimo record alrededor del tiempo del boom tecnológico en 1999-2000. Comenzando en el año 2001, comenzó a subir nuevamente, y ha continuado subiendo a pesar de la reciente recuperación económica.

Como la seguridad por contrato sigue siendo una industria con bajos márgenes de ganancia, la compensación es frecuentemente modesta, dice McCann. Cuando lo salarios no están a la par del costo de la vida, los trabajadores de bajos ingresos experimentan dificultades financieras que pueden crecer como bola de nieve hasta convertirse en problemas como dificultades para obtener de crédito, no pagar la hipoteca y reposesión de automóvil. Esto puede ser un generador de estrés. "No poder pagar las cuentas, no ser apreciado — eso desgasta," dice McCann.

Generalmente, el suicidio no es el resultado de un evento aislado que lo provoca, sino de una serie de factores negativos — biológicos, físicos, ambientales, y situacionales — que se juntan, según Jill Harkavy-Friedman, quien como psicólogo clínico ha estudiado el comportamiento suicida por más de 25 años, y es ahora vicepresidente de investigación para la Fundación Americana para la Prevención del Suicidio. "El suicidio es muy complejo. Son muchos los factores que contribuyen al mismo," dice ella. El acceso a las armas puede ser un factor que contribuye al mayor riesgo de suicidio, que sería relevante para los guardias armados, agregó.

En términos de prácticas de prevención de suicidio, los gerentes de seguridad deberían estar atentos cuando sus funcionarios muestran signos de algún problema - es el consejo de Harkavy Friedman. Por ejemplo irritabilidad, abrupta fluctuación de peso, comportamiento agresivo, problemas para dormir, cambios en los hábitos de cuidado personal, como por ejemplo usar la misma camisa tres días seguidos.

Los gerentes también deben prestar atención si el tono y el contenido de las conversaciones de un empleado se vuelven más oscuros. "¿Están hablando de la muerte, o de cosas mórbidas?". Si un funcionario está mostrando comportamientos o cambios preocupantes, es buena idea que el gerente se acerque y exprese en forma compasiva y respetuosa. "Noté [tal y tal cosa]…¿te está yendo bien?".  Si el funcionario responde "Estoy bien, tengo mucho en qué pensar ahora mismo o son muchas cosas las que pasan por mi cabeza," el gerente debe dejarle claro que la puerta está abierta si deseara hablar.

"Sabemos que hablar sobre la situación puede disminuir el problema," dice ella. También, el gerente debe dejar claro que estos tipos de conversaciones no afectarán el estatus del trabajo del empleado, y si el funcionario necesitara atención profesional, el gerente debe señalar cualquier recurso que exista para proveer ayuda como por ejemplo las clínicas locales de salud mental de la comunidad.  

Al final, Harkavy-Friedman recomienda a todos, incluyendo a los que trabajan en seguridad, que piensen tanto en su salud mental como en su salud física. Chequearse y mantenerse en forma son cruciales, … y asi como algunos amigos de confianza nos preguntan cómo estamos de alguna conocida dolencia, como está nuestro dolor de espalda, colesterol, … deberíamos sentirnos  cómodos preguntándonos  a nosotros mismos "¿Cómo estamos de la cabeza? ¿le estamos prestando suficiente atención?"

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